viernes, 20 de julio de 2012

Odio quiero más que indiferencia



El oficialismo se empeña en calificarnos de burgueses, sin tomar en cuenta lo mala que está la situación y que la mayoría de los venezolanos se está comiendo un cable. Por cierto, para los más desventajados, el cable está pelado y pasa corriente.

El régimen autocrático califica de majunches a quienes apoyamos la Alternativa Democrática, sin darse cuenta que cuando apuntan con el índice, otros tres dedos los señalan a ellos y el dedo gordo nos hace la señal de Me gusta.

El candidato del afiche nos llama escuálidos, sin pretender notar que no ha habido gobierno con tan poco lustre y lozanía (definiciones de diccionario para escuálido) como el que el candidato de los muñecos inflables encabeza.

Nos tilda de derechistas, cuando es sabido que en la Unidad Democrática abundan los grupos de centro izquierda e izquierda. Esto no es raro, porque hace tiempo que el presidente perdió el sentido de la orientación.

Han extraviado el rumbo. Los discursos, alocuciones y declaraciones del candidato del continuismo, que antes solían generar entusiasmo en varios sectores del pueblo, son cada día más aburridos. Y no hay nada peor para ofrecer en una campaña electoral que el aburrimiento.

¡Qué contraste con la campaña admirable de Henrique Capriles Radonski!                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                          Por donde pasa Henrique abunda la alegría, la esperanza y el contacto personal con la gente. En las concentraciones de El Camino, se presentan propuestas concretas sobre seguridad, empleo, educación, salud y servicios públicos.

La angustia crece en el sector oficialista. Capriles no contesta insultos, porque está enfocado en hablar del futuro y eso desespera al otro candidato, quien desea entablar guerra de epítetos y a quien solo interesa continuar promoviéndose como la encarnación de los dioses del Olimpo.

Odio quiero más que indiferencia, decía aquella vieja canción. Parece que en Miraflores han comenzado a  cantar música de despecho.








No hay comentarios:

Publicar un comentario