A continuación publicamos un artículo del Licenciado Sergio Ramos, sobre el tema siempre vigente de los atletas cubanos. Agradecemos al Lic. Ramos su contribución.
Cuba reconoce públicamente la
frecuente ‘deserción’ de sus jugadores cada vez que salen el exterior a
participar de eventos deportivos internacionales. Ha reconocido que “es una
derrota” para el deporte cubano. Pero la pregunta que debieran hacerse es ¿Por
qué se quedan los jugadores cubanos y los de otros países no? ¿Por qué
‘desertan’ los jugadores cubanos y los de Panamá, Francia, Argentina, Japón o
Kenya no se escapan de sus delegaciones?
Y lo más curioso aun es que a los
deportistas cubanos, sobretodo a los de baseball, basketball y boxeo,
el estado cubano les otorga una serie de
privilegios materiales que el ciudadano común no tiene. Pero aun así, esos
excelentes deportistas, en todas las ramas del deporte, escapan de sus
delegaciones a la primera oportunidad.
Lo que Granma no se atreve a
decir es que el problema esta en el país, no en el deportista. Obviamente, algo
anda mal en Cuba cuando eso ocurre.
Pues
es una situación recurrente que se remonta a la década de los sesenta y
continua hoy a mas de cinco décadas después.
La génesis del problema
incomprensible para el régimen es que los deportistas cubanos disfrutan de
muchos privilegios, pero carecen del más esencial elemento que necesita todo
ser humano:
La Libertad.
Los regímenes totalitarios, sean
de derecha o de izquierda, laicos o religiosos, marcados
como el de Cuba, por una recalcitrante
ideología impuesta, tienden a tratar de demostrar una superioridad que no
tienen. Uno de los instrumentos que utilizan para ello es el deporte.
De ese modo, crean escuelas
deportivas donde imponen una férrea disciplina a sus estudiantes y en donde
desde niños son reclutados aquellos que tienen habilidades deportivas, para
someterlos a una intensa enseñanza y entrenamiento del deporte.
A nivel primario hasta
pre-universitario se desarrollaron las escuelas llamadas Escuelas de Iniciación
Deportiva Escolar (EIDE) y a nivel universitario el Instituto Superior de
Cultura Física Manual Fajardo.
Aparte de la indiscutible
excelencia en la preparación de los atletas desde el punto de vista deportivo,
estas escuelas adolecen de su falta de escrúpulos ante el respeto a la dignidad
y los derechos humanos de los deportistas, a quienes imponen un régimen
disciplinario espartano que va mas allá de lo que debe ser la disciplina
deportiva.
Esos seres humanos, dejan de ser
dueños de sí, para ser objetos propagandísticos del estado totalitario. Implica
que los atletas están a merced de servir siempre al Estado. Que no pueden contratar
y ser contratados por quienes libremente ellos determinen y además, son
obligarlos a pensar y a expresarse a tenor con los postulados ideológicos y
políticos del régimen. El que se sale de esa línea, o más bien, de esa virtual
cerca de alambres, es purgado, castigado y desposeído de sus privilegios.
Los atletas cubanos son sometidos
fuertes a presiones para que obtengan las preciadas medallas y trofeos que
necesita el estado totalitario para probar la ‘superioridad del régimen’ que ha
creado un ‘hombre nuevo, superior, perfecto e invencible”.
Nada nuevo,
remontándonos a la historia podemos recordar,
como durante las Olimpiadas de Berlín en 1936, la Alemania Nazi de Adolfo
Hitler utilizó el deporte para mostrar la ‘superioridad de la raza aria”, de
ese nuevo hombre perfecto, digno de los dioses germanos de acreedores de entrar
al Valhala.
Esa misma utilización del
deportista-objeto del estado, la adoptó la Unión Soviética. Durante toda su
existencia hasta su caída en 1989, la URSS utilizó a sus atletas para probar
que había creado un “hombre nuevo” y
superior, originado en las comunas, nacido del proletariado, capaz de
arrasar con las decadentes huestes de atletas capitalistas. Y de igual modo,
los países sometidos bajo el Bloque Soviético o Campo Socialista, imitaron a la
metrópolis. Cuba, convertida en su colonia caribeña, no se quedo atrás en
copiarlos.
Hoy día esa finalidad de
demostrar a ese supuesto ‘hombre superior’ creado por la fusta del estado
totalitario, lo podemos observar en Corea del Norte. Un sistema sanguinario y
opresivo que convierte al hombre en robot.
Pero contradictoriamente, los
‘hombres nuevos’ del deporte necesitan guardianes a su alrededor porque sino
escapan del ‘paraíso del proletariado’.
Es curioso que cuando los jugadores
cubanos salen a competir al extranjero, sus delegaciones, del mismo modo que
hacían los Soviéticos, son agrandadas por agentes de la policía política de la
Seguridad del Estado, disfrazados de dirigentes, deportistas de banco,
auxiliares de carga bate, custodio de pelotas, y demás coberturas a veces
risibles. Pero todo con el propósito de que sus esclavos deportivos no se les
escapen a la libertad, o no hagan contacto con otras personas extrañas que les
infecten sus inmaculados cerebros llenos de las ideas revolucionarias
infundidas por el creador de los “hombres nuevos”.
Un caso clásico y vergonzoso
sucedió durante el Mundial de Beisbol celebrado en Puerto Rico en el 2009. La
delegación cubana vino dirigida por el hijo del tirano Fidel Castro, Dr. Antonio
Castro Soto. Los Atletas fueron encerrados y aislados en sus habitaciones en un
hotel de lujo de San Juan, en donde el gobierno cubano rentó un piso completo y
cuando el personal de limpieza llegaba a realizar sus labores, eran sacados del
lugar para que no tuvieran contacto con ellos. Tenían que dormir con las
puertas de la habitación abierta. Se les prohibía ver televisión, hablar con
terceras personas o salir solos sin un agente de la policía política al lado.
El gobierno de Cuba contrató una compañía privada de guardias de seguridad para
que los ayudara en la vigilancia de los atletas. Tristemente, este abuso se
hizo con la anuencia de los organizadores del evento, de las federaciones
deportivas y de personalidades del deporte de la Isla. Un acto que constituyó
un delito tipificado por el Código Penal de Puerto Rico: Restricción de la
Libertad (Artículos 167 y 168) y peor aun, fue una clara violación de los
derechos humanos de los jugadores.
Esta violación de los derechos
humanos,
en igual o en menor grado, se
ha repetido siempre en Puerto Rico y en otros países de mundo, y demuestra que
Cuba tiene deportistas-esclavos, como los tuvo la Alemania Nazi y la URSS.
Es esa falta de libertad y de
respeto a los mas elementales derechos humanos
sobre los jugadores y sobre el pueblo de Cuba en general, la razón
fundamental del porqué los jugadores cubanos se escapan de sus delegaciones en
busca de la libertad que estado totalitario, el hacedor del ‘hombre nuevo’, no
les respeta. Esa es también es la respuesta del porque jugadores de los demás
equipos deportivos, inclusive
de países
pobres y
tercermundistas, no escapan de
sus delegaciones.
Reitero que los jugadores cubanos
escapan, no desertan, porque el esclavo que rompe sus cadenas no deserta
de la opresión, sino escapa a la libertad, tal y como lo hacían los cimarrones
en los Siglos XVII, XVIII y XIX.
Esa escapada constante tras más
de cinco décadas, es el mal fundamental que contesta en verdad la pregunta que
Granma no tiene el valor de responder. Y es que el ser humano busca
instintivamente su libertad, aun cuando nunca la haya conocido.
Se acercan ahora las Olimpiadas
de Londres. Y deberían preguntarse los promotores, organizadores y federaciones
deportivas, que es mas importante, el deporte o la dignidad humana. El hecho de
permitir que se les coarte la libertad de movimiento y expresión a un grupo de
deportistas, y que los agentes de las policías políticas de una dictadura
vigilen coarten la libertad a los deportistas, denigra al ser humano y al
deporte. Aquellos que toleran callados y que permiten semejante violación de
los derechos humanos de los jugadores, trastocan el orden de los factores,
colocando el espectáculo deportivo sobre la dignidad del hombre, y convierten
el estadio en coliseos de esclavos gladiadores romanos, mucho más civilizados y
elegantes, pero no menos indigno e infame.
Y Cuba volverá a competir, pero
su delegación irá acompañada del mal intrínseco que acarrea el deporte en el
estado totalitario: Usar y explotar deportistas esclavos mientras que sus
jugadores seguirán escapando a la libertad.
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