La supervivencia del más apto

Tenemos que darnos cuenta que desde el pasado 1º de julio, fecha de inicio de campaña, cuando Henrique Capriles comenzó a celebrar concentraciones, asambleas populares y visitas pueblo por pueblo, la contienda electoral dejó de ser una batalla entre la IV y la V república; entre la derecha y la izquierda; entre socialismo y capitalismo.

Lo que hemos estado viendo día a día, es un forcejeo de los ineptos por mantenerse en el poder. Tal incapacidad para gobernar, viene enmascarada dentro de un concepto de socialismo del siglo XXI, que el candidato del continuismo ha utilizado como punta de lanza para perpetuarse en el poder.

Sin embargo, no se puede ocultar lo inocultable. Puentes que se derrumban, derrames de petróleo, explosiones como la de Amuay, alimentos que se pudren (caso PDVAL), constituyen solo la parte visible del desastre. El país está colapsado. Calles, carreteras y autopistas en estado ruinoso; inflación galopante; racionamiento de energía eléctrica; pobre calidad del agua; expropiaciones que redundan en cierres de empresas o descenso vertiginoso en la productividad de las mismas; inseguridad que acorrala a los venezolanos; cárceles que parecen sacadas del infierno de Dante; carencias de todo tipo; las constantes y ya aburridas cadenas presidenciales. El interminable abuso verbal, contenido dentro de discursos que no proponen nada nuevo, sino que vienen repletos de insultos y ofensas.

El presidente habita en un mundo personal, donde lo único importante es él mismo. Habla de la paz mundial; de salvar a la raza humana; de entablar una guerra contra el imperio; de enviar satélites al espacio; de cómo murió Simón Bolívar y cual era su verdadero rostro; de pasearse para que le adulen entre mandatarios que él denomina amigos. No termina el presidente de entender que esos “amigos” solo están interesados en las cuantiosas asignaciones de dinero que reciben. Dinero que no es de él, sino de todos los venezolanos. No termina de entender el presidente que sus verdaderos amigos, deberían haber sido sus compatriotas. El presidente no tiene tiempo para gobernar, porque el tiempo se le va mirándose en el espejo, autoproclamando su grandeza.  

¿La decisión que vamos a tomar el 7 de Octubre tiene algo que ver con ideologías? En realidad no. Estamos frente a una encrucijada donde debemos movernos en una de dos direcciones. Votar por el inepto candidato presidente para continuar con el caos actual, que se acentuará hasta que Venezuela quede en la más espantosa ruina o elegir como presidente a Henrique Capriles Radonski que está probadamente apto para resolver los verdaderos problemas de los venezolanos y conducir a Venezuela por una senda de progreso.

Las cartas están echadas. El inepto pierde. El más apto gana.