En Venezuela, algunos
sectores continúan calificando como líder al presidente. Se trata de un grave error
de juicio. Diferenciemos lo que define a un verdadero líder y lo que representa a un caudillo.
El líder es una persona con autoridad
política y moral, que motiva a sus seguidores a formar parte de un proyecto de
país o a abrazar una causa. El líder influye, no manipula. Construye, no
insulta. Está orientado al progreso, a la búsqueda de resultados positivos y
sostenibles, a la eficacia. Su lenguaje es conciliador, inclusivo y pedagógico.
El caudillo es un vendedor
de espejismos. Es usual que utilice un lenguaje agresivo en el que promete
venganza, redención o acceso a un botín. El discurso de corte mágico o
mesiánico suele formar parte de su caja de herramientas. Un caudillo no acepta
la presencia de líderes en su derredor. Se cree único, irrepetible y eterno.
Cualquier intento de retarlo, es acallado con rapidez. El caudillo se mueve
como pez en el agua entre fanáticos, oportunistas, resentidos sociales y
personas que tienen bajo nivel de pensamiento crítico.
El caudillo actúa como lobo
feroz paseándose en tierra de cerditos. No recuerda el final de la historia; el
lobo sucumbe ante la unidad y capacidad estratégica de quienes pretendía
sojuzgar.
En cambio, el líder cultiva la conciencia cívica de sus partidarios. Los educa para que actúen por convicción, para que sean ciudadanos de primera, no para que se conviertan en ángeles vengadores o participen en la repartición de un botín. Se preocupa por desarrollar nuevos líderes, pues tiene visión de futuro y sabe que llegará el momento en que tendrá que ceder el paso a nuevas generaciones. El líder se complace en dirigir personas conscientes de sus derechos y deberes.
En cambio, el líder cultiva la conciencia cívica de sus partidarios. Los educa para que actúen por convicción, para que sean ciudadanos de primera, no para que se conviertan en ángeles vengadores o participen en la repartición de un botín. Se preocupa por desarrollar nuevos líderes, pues tiene visión de futuro y sabe que llegará el momento en que tendrá que ceder el paso a nuevas generaciones. El líder se complace en dirigir personas conscientes de sus derechos y deberes.
El caudillo ejerce el mando
desde arriba hacia abajo. El caudillo ordena, grita, regaña, designa a dedo. Sus
seguidores deben obedecer sin protestar.
Por el contrario, el poder
del líder surge desde la base, emana de la conciencia y sentido ciudadano de
quienes lo respaldan. Un líder utiliza elementos como la razón, el consenso, la
negociación y los métodos democráticos de escogencia.
Los venezolanos debemos
comprender de una vez y por todas, que a nuestra sociedad moderna le urge
diferenciar entre líderes y caudillos, de modo que podamos aupar a los primeros
y deshacernos de los segundos.
El lobo feroz sopló, sopló y
la casa no derrumbó. El lobo feroz que vive en Miraflores hace tiempo que no
sopla.
El verdadero líder y próximo
presidente se llama Henrique Capriles Radonski.
La hora del lobo feroz ya
pasó.
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